empinaba la enorme piedra
hacia la cumbre más alta del tártaro
un mal paso me hizo caer
y la roca traicionera
cayó sobre mi mano derecha
y la trituró al atraparla
consumido por el salvaje delirio
la decisión de arrancarla
a dentelladas
fue bastante fácil
sigo empinando la piedra
para dejarla rodar
y empezar de nuevo
extraño mi mano
mas me prefiero así
manco
pero libre
para continuar purgando
mi eterno castigo