Primera Imagen
Un animal desconocido, atrapado en una extensa cadena arrollada a su alrededor, sufre en medio de una tierra agreste y oscura. Yace asfixiado y lacerado, sus extremidades y pelos entrelazados entre los eslabones en irresolvibles nudos. El animal se revuelca y se enreda aún más, lanza sordos mugidos, cada vez más conciente de su piel pellizcada, reventada en un éxtasis de moretones.
Segunda Imagen
El animal se abandona al dolor físico, su carne se relaja, emite hondos suspiros. En medio de la quietud y el silencio de sus latidos, se da cuenta de que la inmovilidad ha aflojado sus cadenas. Con delicadeza y movimientos sigilosos, se libra poco a poco. Llega al punto en que sólo tiene un lazo de cadena a su alrededor, que prontamente cae. Se sabe libre y observa sus alrededores, se mueve y las cadenas van arrastrándose tras él, lo que le hace descubrir que las cadenas son parte de su cuerpo y están bajo el control de su voluntad. Las lanza con precisión y soltura, lo que le permite desplazarse casi volando. Atraviesa la oscuridad y encuentra otros animales como él y mediante las cadenas se comunica y entrelaza con ellos en amoroso abrazo.
Tercera Imagen
La Segunda Imagen era una pesadilla, un desvarío. El animal se despierta y al tratar de moverse descubre que las cadenas están aún más apretadas, casi fusionadas con su piel, encarnadas.
El animal intenta rugir pero no lo logra.