El llamado de Ktulu

Llegan días en que me seco y no fluyen las palabras. A veces un buen título basta, a veces no. Agotados los últimos recursos del último recurso de la técnica, no queda más que sentarse a esperar. Los arranques son a lo mucho mediocres y tímidos y no pocos se van como agua entre las manos. Entonces es cuando inicia la labor, la mayéutica: sacar del papel o del vacío y empezar a limar, no tan bien como se quisiera, pero es largo el aprender un oficio. Sopesar y tratar de quitar siempre, quitar es bueno, en especial la palabra que más gusta o esa frase seminal. Hay que añadir de vez en cuando, contrastar como en Nicaragua tan violentamente dulce; mezclar elementos heterogéneos. En ocasiones hay que desechar, no hay de otra. Pero al final algo bueno sale de todo esto y se puede dormir satisfecho.